En reconocimiento a su carrera como bailarín, RAUL BRAVO ha recibido muchas distinciones y premios.Tan temprano como en 1957, ganó el concurso de tango en la confitería Dominó él y la bailarina Haydee Varoni, su compañera por muchos años.En el año 1964 gano en la confitería "Siglo XX" su segundo concurso.En el Año 1958 gana su tercer concurso de "La Casa del Tango".En el año 1989 fue el primer bailarín y coreógrafo de la compañía de “LIBERTAD LAMARQUE” siendo ganador del premio ESTRELLA DE MAR; Juntamente con la orquesta de JOSE COLANGELO ( MAR DE PLATA). AÑO 2001-11-19 : FUE DISTINGUIDO COMO EL MAESTRO MAS DESTACADO DEL AÑO POR “SOLO TANGO” Y RECIBIÓ LA ESTATUILLA POR LA ORGANIZADORA DE “PA QUE BAILEN LOS MUCHACHOS”
ENTIDAD PRESIDIDA POR VILMA HEREDIA, EN LA CUAL PREMIAN A CANTORES, MILONGUEROS, MÚSICOS, BAILARINES Y MAESTROS DE TANGO, REALIZADO EN LA CONFITERIA BAILABLE
" SOCIAL RIVADAVIA" DE ESTA CAPITAL. 1974 - “Gardel de Oro”
Otorgado por la Casa del Tango
Rubro: Profesor de Tango
En conjunto con Virulazo y Elvira, Osvaldo Pugliese, Virginia Luque y Sexteto Mayor de Bs. As.
1986 - “EMBAJADA DE JAPON EN ARGENTINA”
Profesor del Embajador de Japón en Argentina y personas de la Embajada
Profesor del Gerente de Suzuky y Sra.
Profesor del Gerente del Banco Tokio
1986 - “100 AÑOS DEL EMPERADOR HIRO HITO”
Invitado de Honor a las ceremonias conmemorativas
Por el cuerpo diplomático y en especial por el Embajador Kazuo Yamashita y su Sra. Esposa.
Bs. As. Argentina
2001 – Reconocimiento como mejor maestro del año, premiado por “Pa que bailen los
muchachos”, organizadora Vilma Heredia.
2001 Premiado por SOLO TANGO, con el galardón los “Zapatos de Oro”, en la
confitería “SOCIAL RIVADAVIA.
Raul Bravo had a lengthy career as an exhibition tango dancer in the 1960's when he toured the world with the Mariano Mores orchestra. During that time, he also owned and operated a tango school with the late Antonio Todaro. Todaro later made their technique the standard for stage dancing and taught most of the young stage dancers who are stars today. In this class on turns, the technique for dynamic powerful stage movement taught by Todaro is visible in the dancing of Raul Bravo. This material is particularly useful for dancers developing exhibition vocabulary. Filmed in 1999 in Buenos Aires.
PRESENTD by BttTV US/CANADA
Entrevista en diario de Alemania
Título: Medio siglo de experiencia docente
por Carlos Bevilacqua
Copete: El bailarín, coreógrafo y maestro argentino Raúl Bravo reflexiona en esta entrevista sobre la pedagogía que desarrolló junto a Antonio Todaro en los ‘70. En el camino, nos pasea por otros tiempos en que el tango era menos cool.
Raúl Bravo llega puntual al bar elegido para la entrevista. Como inmediatamente después tiene que dar una clase de tango y no quiere llegar tarde, no quiere pasarse de los 85 minutos previstos para charlar. Como ante los alumnos, es cálido pero formal. Y sobre todo, serio, en el mejor sentido de la expresión (responsable, honesto, capaz). A poco de hablar, se percibe otro los rasgos característicos de su personalidad: la humildad. Pero este hombre, que al ser contactado para la entrevista tuvo cierta reticencia a hablar con la prensa, fue maestro de maestros. Por sus clases grupales y particulares pasaron Roberto Reis, Carlos Copello, Natalia Games y Gabriel Angió, Guillermina Quiroga, “Pancho” Martínez Pey, Gabriela Elìas, Eduardo Perez - Ricardo Gallo, O. Zotto, Cristian Marquez y Virginia Gomez, Pablo Medici y Veronica Kuttel, Julio Mendez, Ruth Manonella, Damian Esell y Nancy Laozan, Hernan Villegas y Gladys Colombo, Daniel Rodriguez, Luis Parra, Lucas Paez ,Edgardo Balatti, Carina Mele, Carlos Costes,Pedro Calveira Nora Roble, Cristina Dilegge, Massimo Benoto y Beatrice Laghi ( Italia), Pablo Moyano y Marcela Zurkalo Gustavos Rosas, Gisel Avanzi, Veronica Alegre,Santiago Monticelli y Sandra Cavaliere, etc. entre muchos otros que hoy brillan sobre los escenarios.. Bravo fue además bailarín y coreógrafo en compañías de prestigio en los ’60, 70, 80 y 90 , como el ballet que acompañó a las orquestas de Juan D’Arienzo y Mariano Mores , La Compania de Libertad Lamarque y Josè Colangelo en extensas giras internacionales, como bailarin solista, con Miguel Calò y Osvaldo Pugliese.
Método Todaro - Bravo
El aporte más significativo a la difusión del tango como danza popular lo hizo trabajando junto a Antonio Todaro (otro maestro de maestros) en las dos academias que crearon y dirigieron en Buenos Aires durante más de 15 años, entre 1970 y 1985. Con él desarrolló un sistema pedagógico conocido como sistema Todaro-Bravo. “Lo más valioso de ese método fue el trabajo cuerpo a cuerpo –cuenta Bravo–.. El alumno es tomado desde un comienzo por el profesor para que experimente los movimientos en contacto con el otro. No como en las clases colectivas de ahora, donde los hombres hacen su parte todos juntos pero sin abrazarse, por un lado y las mujeres lo mismo, por otro, para recién después de un rato abrazarse. Para mí es fundamental que el hombre experimente desde un principio la relación entre los cuerpos y que cuando es conducido sienta cómo se sienten las diferentes marcas que hace un conductor”. Esta metodología, bautizada con los apellidos de ambos, quedó condensada en dos DVDs producidos por el bailarín argentino Sergio Segura con las explicaciones y demostraciones del bailarín holandés Antón Gazenbeek, (alumno de Raul Bravo)
Al evocar el trabajo que realizaba junto a Todaro, nuestro entrevistado también revela algunos aspectos hoy exóticos de la mecánica de trabajo. “En esas academias no había un horario específico para la clase. Normalmente estaba abierta de 15 a 23 y el alumno podía llegar e irse en cualquier momento. Por eso, también teníamos que hacer un trabajo personalizado. Si era la primera vez que venía averiguábamos cuánto sabía y le dábamos unos ejercicios para que hiciera mientras los docentes controlábamos el trabajo de los demás e íbamos renovando las consignas. Una vez que los varones habían practicado entre ellos, les recomendábamos que probaran con algunas de las mujeres que estaban siempre disponibles para bailar. Esas mujeres eran empleadas de la academia que bailaban a cambio de una ficha, como en los comienzos del tango. El alumno debía comprar una o varias fichas. La mitad del valor de esa ficha quedaba para la Academia y la otra mitad para la bailarina”. Hoy, aunque mucho más excepcional, el servicio se reformuló en algunos festivales internacionales, donde se lo conoce con el sofisticado nombre de “taxi dancer”. Aunque Todaro recibió mucho más reconocimiento que él, Bravo no se muestra celoso: “Antonio fue compañero de trabajo, amigo y socio. A partir del agradecimiento que recibió de Miguel Ángel Zotto su nombre se hizo mucho más conocido que el mío, pero también porque yo soy perfil bajo. Cuando voy a una milonga prefiero que me den una mesa que no esté sobre la pista. Pienso que si hay alguien que me ve y que me quiere saludar, lo va a hacer igual”. Además, siente gratitud por lo que Antonio le aportó a su baile: “Así como yo le enseñé cosas a él, nos consultavamos mutuamente.
Doble vida
Nacido en 1934, Bravo fue un milonguero precoz: empezó a bailar a los 14 años en Floresta, su barrio de origen, en el oeste de la capital argentina. Como tantos colegas de su generación, no pudo vivir sólo del tango durante los primeros años de carrera profesional. Fue así que trabajó en el correo argentino, primero, y en el Bank of America, después.. Ante las primeras giras con la compañía de Mariano Mores, en la oficina de correos donde trabajaba le dieron varias licencias para que pudiera cumplir con su rol en el ballet. Luego de la tercera licencia, recibió de su jefe un ultimátum: “Tenés que elegir, o el tango o nosotros”. Bravo no dudó en elegir al tango. Así fue que resolvió el gran dilema que se le planteaba mientras vivía una doble vida (empleado de día, bailarín de noche). “Había noches que dormía sólo dos horas”, cuenta evocando un período que recuerda con mucha emoción, aquel que compartía a pura bohemia con amigos como “El Pibe Avellaneda” el Flaco Dany Garcia, Nito Garcia, etc.
La mayoría de los trabajos que Bravo realizó como bailarín profesional se concentraron en la década del ’60. Fue en 1962 cuando debutó como bailarín solista en un show que se ofrecía a pocos metros del Obelisco. Al año siguiente reemplazó a Virulazo en El Viejo Almacén, mítico restaurant-concert del barrio de San Telmo. Una curiosidad: en 1964 compartió el escenario del Teatro Astral con Guillermo Fernández, entonces un niño prodigio, hoy uno de los cantantes más talentosos del tango. A mediados de la década siguió los compases de los músicos de Carlos Di Sarli para reinaugurar el Cabaret Marabú, uno de los más famosos del centro en la época de oro del tango. Ya en 1968 realizó su primera gira internacional junto a la popular orquesta de Juan D’Arienzo. Durante todo este período su pareja de baile fue Haydée Varoni.
Más tarde vendrían otros logros más conocidos, como un espectáculo junto a la cantante Libertad Lamarque o sus roles como primer bailarín y coreógrafo de la compañía de Mariano Mores. En esos años llevó entre sus brazos a Alba Chiarmiello y a Rosana Devesa. Recién en los 90 Bravo empezó a ser masivamente considerado como un referente del tango danza. Al analizar ese reconocimiento tardío que recibió junto a otros bailarines y milongueros de su generación, no sólo no muestra rencor, sino que aporta un dato clave. “En la época en que éramos jóvenes no existían las posibilidades de reconocimiento social que hay hoy porque éramos muy pocos los que bailábamos tango y el mercado laboral, tanto en la Argentina como en el exterior era mucho más restringido”, observa refiriéndose a las tres décadas que, entre los 50 y los 80, constituyeron el período de menos popularidad del tango en general.
Palabra autorizada
Al referirse a la enseñanza del tango, Bravo cuenta con 56 años de experiencia como aval. Llevado a destacar su mayor virtud como docente, elige la capacidad para identificar las necesidades de cada alumno. “Soy muy observador y tantos años de trabajo en las academias me permitieron desarrollar una especie de ojo clínico”, explica. Dentro de los temas que puede considerar sus especialidades, menciona los giros, enrosques y cambios de peso, no casualmente las temáticas de uno de sus últimos seminarios en la Escuela Argentina del Tango, donde además dicta clases regulares para grupos. Consultado sobre las principales dificultades que enfrenta un alumno al aprender a bailar tango, Bravo opta por referirse a una traba que ya es historia: “Durante muchos años bailar tango estuvo mal visto por la sociedad. Eso inhibía a mucha gente y nos traía muchos problemas a nosotros. En la época de la represión ilegal y un poco antes también hasta había razias”. Se refiere al llamado Proceso de Reorganización Nacional (la última y más feroz dictadura militar que sufrimos los argentinos) y a los meses previos al golpe de Estado, cuando la violencia política era una triste realidad omnipresente.
El viaje hacia el pasado le sirve para desmitificar algunas verdades hoy aceptadas en el ambiente del tango. “La fama de Villa Urquiza como paradigma del más elegante tango de salón es en buena medida producto del marketing –asegura–, las milongas Sunderland y Sin Rumbo no eran tan importantes hace 30 años. Antes había grandes bailarines en Villa Urquiza, pero también en Flores, Liniers, Constitución, Avellaneda y Quilmes, por ejemplo”. Otro de los mitos que derriban sus palabras es el origen de los enrosques. “El inventor de los enrosques no fue ‘Petróleo’ (Carlos Estévez), sino ‘Lavandina’ (Salvador Sciana)”. Bravo nos lleva así a un mundo de bailarines anónimos –ya fallecidos–, conocidos por casi todos por sus apodos más que por sus verdaderos nombres. El viaje imaginario continúa por una serie de milongas hoy inexistentes, sus direcciones, organizadores y características. Sus recuerdos, a veces solicitados, otras espontáneos, podrían constituir una especie de enciclopedia del tango social de la segunda mitad del siglo XX. Paradójicamente, hoy Bravo no frecuenta las milongas porteñas, dejando un sabor de melancolía en sus razones. “Me cansé de tanto ir, por saturación, de la misma manera que cualquiera se cansa de los fideos luego de comerlos todos los días durante años”. De hecho, su última exhibición de baile fue en 1991, sin contar las demostraciones que dio luego respondiendo a homenajes que recibió en milongas de Buenos Aires.
La Alemania de Bravo
La primera vez que Bravo trabajó en Alemania fue en 1996, hace ya 13 años. Desde entonces estuvo en Hannover, Friburgo, Berlín, Hamburgo y Kassel dando clases, exhibiciones y hasta dictando conferencias. Su evaluación de esas experiencias es altamente positiva. “Yo siento que mi relación con el público alemán es muy buena. Ellos son muy exigentes y estrictos, pero por otro lado cumplen. En las clases quieren que uno les explique bien cada movimiento y no les interesa pasar a otro tema hasta que no sepan todo sobre el primero. Pero paralelamente son muy puntuales y muy serviciales”. Acto seguido, compara esa realidad con la que se da en otros países, incluso europeos, donde encontró a los empresarios más cálidos, pero también más desordenados. Sin que medie pregunta, al referise a sus vínculos con Alemania, Bravo menciona con gratitud a un Michael Rulff, ex-alumno suyo y coleccionista de música de tango como una de las personas que, desde su punto de vista, más ayudó a la difusión del tango en ese país europeo.